Notas FAP

9 DE MARZO, DÍA DE LA MUJER MILITAR: HONORES A LAS PIONERAS Y LAS PRIMERAS

El 20 de junio de 1996 la promulgación de la Ley N° 26628 hizo realidad el sueño de generaciones de ciudadanas: el acceso de la mujer a las Fuerzas Armadas. Lo que estaba en blanco y negro, sin embargo, era apenas el primer escalón de una alta escalera que sólo algunas valientes se atreverían a remontar. Más de dos décadas después nos acercamos a conocer parte de la historia de las primeras mujeres peruanas que lograron graduarse de una escuela de formación integral en la Fuerza Aérea del Perú.
 
La aparición de la Ley Nº 26628 coincidió con la llegada, por primera vez en la historia republicana, de una mujer para ocupar el cargo de la presidencia del Congreso de la República. El país estaba cambiando y las instituciones militares se alistaban a modificar sus reglamentos y características propias de los años anteriores, para alojar en sus filas a las mujeres con vocación militar.
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La promoción “Técnico de Tercera FAP Juan Tomas Del Carmen Fernández Cabrera” haría historia en la institución al ingresar en el año 1998, graduándose tres años después, no sólo por ser el primer grupo mixto integrado por 30 damas y 150 varones, sino por aportar a la Fuerza Aérea las primeras mujeres capacitadas por una de sus escuelas de formación: en ese entonces Escuela de Técnicos y Suboficiales “Suboficial Maestro de Segunda FAP Manuel Polo Jiménez” (ESOFA).
 
La primera promoción con cadetes femeninas de la Escuela de Oficiales (EOFAP) culminaría su preparación recién un año después, aunque ya para agosto de 1997 habían ingresado personal femenino a las filas de la FAP, profesionales psicólogas para la plana de Oficiales y personal administrativo para la plana de Técnicos y Suboficiales.
 
La formación académica, física y militar; sin embargo, diferiría naturalmente de las vivencias propias de una joven común, los años en que se consolida un grupo humano que convive y supera experiencias diferentes y complejas, propias de una escuela de formación militar a todo nivel, los une de tal manera que no pueden evitar sentir y decir “Mi promoción: los hermanos que la FAP nos regaló”.
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¿Dónde están mis Alumnas?
Así, la tarea de abrir el camino de las mujeres en la FAP estuvo primero en manos de las integrantes de la Promoción Mixta “Fernández Cabrera”. En esencia no hubo diferenciación en la instrucción que se impartía ni obstáculo para colocarse en el orden de mérito con que los clasificaba la ESOFA, de acuerdo con su rendimiento en las diferentes áreas de evaluación. Su primera lucha era lograr llegar a la meta: graduarse y lograr el tan ansiado grado, que diría a todos: “¡Lo logramos!”.
 
En aquellos primeros años de convivencia, las autoridades en formación vieron por conveniente no hacer diferencia en la rutina ni en la preparación militar que debían desarrollar como Alumnos y Alumnas. Vuelta por vuelta con armamento en el patio de honor y kilómetro por kilómetro de marcha, las flamantes damas del aire debieron desarrollar la misma formación al lado de sus compañeros varones. “Las Águilas”, eran una promoción juntos en la carrera en la escuela, apoyándose, levantándose, riendo y cantando las rimas militares “Ya, ya vamos llegando, ya no falta casi nada”, cosas por las que siguen juntos hasta el día de hoy.
 
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Ellas recuerdan en particular la presencia en la ESOFA del Técnico Supervisor FAP (hoy retirado) Bernardo Víctor Fernández Roque, quien había sido enviado por la institución hasta los Estados Unidos para formarse como instructor de damas militares. Y la inversión rindió sus frutos: la actuación de ese líder está escrito con letras de fuego en la mente de las entonces Alumnas, hoy Técnicos de Segunda la mayoría, quienes imitan su actuar, que describen en palabras propias como “el equilibrio perfecto: no demasiado blando, ni demasiado estricto. Sólo lo justo”. La frase “¿Dónde están mis alumnas?” motiva una sonrisa aún en las hoy bien forjadas Técnicos FAP, sin poder evitar la respuesta “¡Presente mi Técnico!”.

Los nombres de los Técnicos Supervisores FAP (R) Federico Vivanco Huamán y Felipe Chumbiauca Yataco aparecen también en esos detalles inolvidables, por su calidad de maestros y técnicos de año, aquellos que tuvieron mano dura y mirada seria cuando era necesario; pero, un corazón abierto acompañado de una sonrisa cuando era requerida.

Otro líder que dicen no poder olvidar, que marcó un antes y un después en su tiempo de formación en la escuela, es el entonces Comandante FAP (R) Christians Augusto Ames Ortiz, experto en Defensa y Operaciones Especiales, graduado con honores en la Academia Interamericana de las Fuerzas Aéreas (IAAFA). “Logró sacar de nosotras más de lo que pensábamos poder dar, aun cuando creíamos que ya no podíamos más”, recuerdan ellas con la sensación que lograron sentir en ese entonces. “Nos dio un ejemplo de vida y eso lo llevamos a la carrera que elegimos, cada día”, indican; y comentan en voz alta un pensamiento íntimo “En ese momento lo odiábamos, hoy le agradecemos”.  
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Llegar a donde no se llegó antes
 
En la ESOFA por ser las primeras damas dentro de un grupo numeroso de varones, debieron saber sobrellevar la convivencia, los primeros cortes de cabello, sin modelo según manual, aun no adaptado a la modernidad, pasando por varios tipos, desde el corte a media nuca hasta tan pequeño, casi del mismo tamaño que el de los varones. 25 años atrás el uniforme no se diferenciaba del varón o mujer, era el mismo, no estaba normado, sin ninguna diferencia como el de los compañeros de la promoción, si pues las militares femeninas, tenían bolsillos en el pecho.

Pero al graduarse los tiempos no habían corrido tan rápido en el mundo para las mujeres, lo que se reflejaba también en la vida castrense. Entre los superiores estaba dándose un natural cambio de mentalidad que traería año a año y caso por caso, cambios en el trato de las primeras madres de la Institución. Hubo que normar uniformes especiales para el embarazo que al principio no eran prácticos ni para la labor de madre ni para el trabajo militar.

Las leyes de maternidad avanzaron lentas en el Estado, por lo que las damas de la Promoción Mixta “Fernández Cabrera” tuvieron que esperar un tiempo regular antes de que se normara sus servicios en pleno embarazo, sus posibilidades de abordar aeronaves sin uniforme, incluso el reto de dar de lactar o enfrentar un derrame fecal de sus bebés en instalaciones y con uniformes que no estaban acondicionadas para ese tipo de eventualidades.

Aun así, varias de las integrantes de la promoción lograron destacar en la carrera militar, dejándonos en alto fuera del país. Siendo dos de ellas parte para el intercambio de experiencias con sus homólogos en la región. Una más hizo los méritos para ser enviada a Estados Unidos, a representar a la FAP y al Perú en un curso para especialistas de logística, donde se graduó con honores en un curso además mixto y con militares de todos los países de América.
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Pasados 25 años de lucha por abrir camino a las mujeres del futuro en la institución, las integrantes de la Promoción Mixta “Fernández Cabrera”, denominadas “Las Águilas”, cuya especialidad era única al ingresar (Inteligencia), ostentan el mérito de graduarse en las especialidades de Abastecimiento y Finanzas, manifiestan haber visto con mucha alegría aparecer en la FAP mujeres mecánico de aeronaves, DOEs, instructoras militares, especialistas en armamento, entre otras especialidades antes inimaginables. Sienten con justa razón que la escalera ha sido bien recorrida para abrir el camino del que hoy gozan las nuevas generaciones. Fueron las primeras, las pioneras en el campo; y hoy con satisfacción pueden decirles a las más jóvenes “Puedes llegar a donde nadie llegó antes”.

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Fuerza Aérea el Perú

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